viernes, julio 09, 2010

La Creación

El séptimo día descansó… pero el octavo día pensó que no era suficiente. El antagonismo no podía quedar en manos de una figura de cuernos, cola y traje carmesí.  La serpiente, después de mucho arrastrarse, terminaría por perder su gracia y papel estelar. 

Los animalitos, los otros no tan animales, el mar, el cielo, las estrellas… ¡No, parece que falta algo! 

Tras analizar su “cheklist” empezó a juntar varios elementos:

Ironía… el antagónico debe ser irónico. (La ceja levantada y la sonrisa de lado para acentuarlo)

Corriente ideológica contraria a la aceptada por el sistema. Que lea, que lea todo y luego emita juicios acertados, duros e incómodos.

¿Modelo? Modelo 77, para que en su edad adulta haga ruido en un mundo neoliberal, clasista, injusto, desequilibrado, silencioso y aletargado.

Preferencia sexual: mujeres, más de 100 en su inventario

Estado civil: libre, nómada, ermitaño (incluso podrían llamarle autista sentimental)

Molde: estatura media, tez morena clara, ojos profundos, burla a la vanidad, ágil para saltar muros y cercos ajenos en plena huida de la mediocridad.

Le puso pies, le puso piernas, brazos y manos, le agregó sueños y lo condimentó con un saborcito amargo, que lo pruebas y después de un puchero, quieres probar más.

Corazón acorazado, protegido, fragilidad de hierro… o tal vez, como el hombre de hojalata, va por la vida buscando el corazón, que tras tanto barrote lo considera perdido.

Le adornó la mano con un bolígrafo como apéndice, ágil, rápido y mordaz.Le puso interés en las letras, en la economía, en la política… incapaz de subirse al caballitoPolo o al barquitonáutica.

Así lo creó, un blanco o un negro, pero jamás el hombre del traje gris. Lo podrías amar (PRECAUCIÓN: actividad poco recomendable para ellas incapaces de volar) o querrás detestarlo, pero nunca te será indiferente.

Presencia ambigua, nunca ambivalente, congruente e irreductible. Encanto y encantador, ágil para subir a las camas y para bajar a cualquiera de ella.

Así lo creo, en el octavo día, cuando todo estaba creado, pero faltaba él. Vio su obra terminada, con fallas y aciertos, sonrió de medio lado y lo llamó Muñequito… así lo nombró. 

Un abrazo desde mi oficina y el viernes que después de las 12 ya no debería ser laboral.
Condechi.

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