martes, septiembre 12, 2006

12 de septiembre

Para el que me espera después de la gripa y justo al amanecer del diez de diciembre.
Anoche te vi. Eras igual que siempre o tal vez mejor que siempre. No entendí el por qué de tu lejanía, todavía te olía y jugaba a olvidarte. Aún no olvidaba la serena paciencia de tu sonrisa y tu trago largo a la botella de agua. Para qué decirte del ajedrez que hacías con los pasos tristes y combinabas la esperanza con tus definitivos motivos para ser felices.
Anoche te vi. Estabas más hermosa que siempre, más tierna que nunca, hiciste lo mismo de todas las noches, pero esta vez con un ritmo tan cadencioso que no pude hacer otra cosa que llorar frente a vos. Te juro que me duele el corazón si pronuncio tu nombre, te alerto para decirte que si alguna otra boca decide nombrarte, por más que las canciones te nombren, no te buscaré.
Anoche te vi. Eras una mujer completa, completa y conmigo. Y entonces no importó ni tu arrebato ni tu decisión al libre albedrío, sólo nos besábamos y reías conmigo, sólo hacías de la palabra una dicha, del amor un desvarío. Sólos tú y yo. Sin más ni menos, sin pasados y con un futuro.
Anoche te vi. Odiabas mis poses y las destruías, andabas por mi mirada y mis manos, las confiabas, las sentías. Anoche fue doce, no sé de qué año. Y no sé si poner mi acento en el futuro, en el presente o en el pasado.... porque anoche, anoche te soñé.
Y eras tan linda, que no quiero librarme de ti.
Vale pues. Salud y un doce de septiembre, el último, para sentir.
El Ulises, cantando como la cigarra al sol...

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