Gracias por hacer que volviera a escribir...
¿Recuerdas? aquella mañana no hacía tanto frío como hoy, pero también corría ese vientecillo que te despeinaba y jugaba con tu cabello sobre el rostro haciendo que parecieras más enigmática. No sé, no tengo tanta memoria, pero creo que alguna vez te dije que me fascinaba el conjunto, la armonía del cabello-mirada-nariz y boca.
Era viernes y como siempre -o como casi siempre- evitaste al máximo el maquillaje. Por eso no pude sino suspirar en cuanto te vi a la puerta del salón, con la expresión de niña extraviada en el supermercado, con el "Samsara" y la falda del uniforme pasear por entre los pupitres; teníamos clase en el laboratorio de inglés y te propuse hacer nuestro presente continuo mientras el resto conjugaban el "past participle". ¿Recuerdas?
Quizá hayas olvidado que nos sentamos en el tercer escalón del puente en desuso, tal vez no permanezca en la memoria que me sudaban las manos y que cada dos por tres tenía que reprimir el suspiro porque hubiera parecido excesivamente cursi (mucho más de lo que siempre he sido).
Esa mañana, ¿recuerdas? platicamos del futuro, de cómo sería nuestra vida en unos años, quiénes seríamos, dónde estaríamos, y todas esas utopías que se antojan fáciles a los quince o dieciseis.
¿Recuerdas que sonreías sin disimular cuando te contaba de mis planes y proyectos? ¿Recuerdas que no me creíste cuando te dije que no quería casarme para no repetir los errores familiares? De hecho, recuerdo perfectamente que inclinaste la cabeza a la izquierda, pasaste la diestra sobre el cabello, levantaste una ceja, sonreíste de esa manera tan insoportablemente cínica y luego de tu carcajada dijiste: "ya te veré con esposa e hijos".
Recuerdo que suspiré profundamente y tentando la suerte te dije: "a menos que seas tú, no lo creo", ¿recuerdas? Luego vino el silencio y tu mirada profunda, insondable, se quedó fija en mi por unos segundos. Traté de romper el silencio incómodo con alguno de mis comentarios ociosos y tú sonreíste, tan sólo para agregar: "si me besaras, no podrías olvidar ese beso jamás".
"No me provoques", respondí ¿recuerdas? y tú volviste al ataque: "no es provocación, es la verdad"...
Aquella mañana era viernes, ¿recuerdas? Ese beso fue el primero que realmente viví con todos los sentidos, con todas las ganas. Lo demás, lo de después, lo posterior, como todas las cosas, tiene versiones y aristas, perspectivas y subjetivaciones, finales más o menos agridulces...
Quizá lo único que permanece como un hecho inamovible es la certeza de que ese beso no se ha olvidado, veinte años después.
Vale pues. Salud y sabed "que veinte años no es nada..."
¿Recuerdas que sonreías sin disimular cuando te contaba de mis planes y proyectos? ¿Recuerdas que no me creíste cuando te dije que no quería casarme para no repetir los errores familiares? De hecho, recuerdo perfectamente que inclinaste la cabeza a la izquierda, pasaste la diestra sobre el cabello, levantaste una ceja, sonreíste de esa manera tan insoportablemente cínica y luego de tu carcajada dijiste: "ya te veré con esposa e hijos".
Recuerdo que suspiré profundamente y tentando la suerte te dije: "a menos que seas tú, no lo creo", ¿recuerdas? Luego vino el silencio y tu mirada profunda, insondable, se quedó fija en mi por unos segundos. Traté de romper el silencio incómodo con alguno de mis comentarios ociosos y tú sonreíste, tan sólo para agregar: "si me besaras, no podrías olvidar ese beso jamás".
"No me provoques", respondí ¿recuerdas? y tú volviste al ataque: "no es provocación, es la verdad"...
Aquella mañana era viernes, ¿recuerdas? Ese beso fue el primero que realmente viví con todos los sentidos, con todas las ganas. Lo demás, lo de después, lo posterior, como todas las cosas, tiene versiones y aristas, perspectivas y subjetivaciones, finales más o menos agridulces...
Quizá lo único que permanece como un hecho inamovible es la certeza de que ese beso no se ha olvidado, veinte años después.
Vale pues. Salud y sabed "que veinte años no es nada..."
Ulises
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