Caído después de perder la irreductibilidad casi testaruda que siempre le caracterizó. Así se desparrama, sobre el teclado infame, fiel amigo, compañero y cómplice creativo, tras haber definido su estado como unido a alguien en un relación, que hace dos o tres días, le resultaba imposible y era un “nunca más”.
Ceguera temporal o apendejamiento virtual, suma de las dos o tal vez ninguna. Así la toma de la mano, para recorrer brechas imaginarias (irreales diría alguna), aferrándose a una mariposa, que ni siquiera puede ni sabe volar.
Clama ilusión temporal, optimismo excedido y por un segundo, anuncia que hay confianza y creencia, querencia y entrega.
No, yo tampoco lo creo, pero así está sucediendo y así se lee, escrito, remarcado y subrayado en muros, paredes y ventanas.
El Muñequito ya no es un muñequituserectus y sin más ni más, tras ese acto, se rompió la espina dorsal de su congruencia y se desvaneció reduciéndose a un… Muñequito de Trapo.
Tranquilos todos, no es señal apocalíptica, porque todavía recuerdo, que él decía aquello de “todos los finales…”.
Condechita sonriendo de lado y pensando… “¿no que no?”.
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