"Que todas las noches sean Noches de Boda
Que todas las lunas, sean lunas de miel..."
(J.S. "Noches de Boda")
Para Ella. Por estos cinco años de Vida.
No es tarea sencilla escribir para describirte. Describirte para reconocerte. Re-conocerte para re-sentirte y re-tenerte. Pre-sentirte.
Describirte es admirarte por la independencia en tu día a día; valiente en el paso a paso; exitosa a pesar de tantos reveses, que cualquiera podría catalogar de fracasos. Admirarte por ese plantar cara ante la adversidad, rumiar el desespero y volver a luchar. Admirarte no sólo por tu mirada triste o feliz, no sólo por el cuerpo codicia, la cadera precipicio, las piernas malicia –herencia de Buenos Aires, Puebla o Madrid.
Describirte es confiarte que en vos confío. Sin necesidad de palabrería sórdida, elaborada; sin tener que idealizarte y ponerte en el altar de lo imposible. Así de sencillo, así de simple. Confiarte los más tristes recuerdos, sin temor a que los uses como armas. Confiarte los mayores deseos, con la confianza que no sean navajas, cuchillos, dagas. Confiarte no sólo por tu voz de niña, confiarte no sólo por la carita de no rompo un plato. Confiarte porque sé que aunque rompes toda la vajilla, también sos confiable, no sólo de a pocos, no sólo de a ratos.
Describirte es respetarte –y mira que me cuesta trabajo. Respetar tus preferencias religiosas, tus gustos musicales, tus manías, tus obsesiones, esas pequeñas cosas que a veces pienso no son preferencias sino una lista de malas decisiones. Respetarte el sueño cuando no duermes, respetarte las faltas de ortografía, respetarte el desorden que en ciernes, se conjuga con esa pueril alegría. Respetarte es aceptar que por mucho que lo intente, vos no vas a cambiar, tenés tatuada en la piel esa falta de planeación a ultranza, la herejía de hacer precocido el arroz y, por si fuera poco, cantas por toda la casa cuando todavía no despierta el sol. Describirte es respetarte, aunque sí, para qué negarte, respetarte es faltarme al respeto de una manera feroz.
Como verás, amor, no es fácil describirte, pero con qué valor y con qué cinismo podría no decirte que quiero desnudar la verdad y contarle a todo el mundo que el amor no es un concepto que caduca con los años. Que tampoco es lucha, merecimiento, dolor profundo, factura y reparación de daños. Cómo explicarle a la gente que amor no es firma sobre papel, lugares comunes, costumbres, o el tan llevado y traído “por siempre fiel”.
Esto que tenemos, y sábetelo bien, tampoco es la definición de amor: los desacuerdos que entreveramos a diario. Las deudas que nunca he pagado, nuestras ausencias intermitentes, las risas que compartimos con cheque posfechado, las planeaciones pendientes, el tanto y de tantas maneras que no ha caducado. Esto no es amor… pero cómo se le parece.
Esto que tenemos, mi niña, no es amor: la solidaridad llevada al exceso, ser tan mujer que vos sólo quieres besos, sin interés y sin intereses, sin hipótesis ni hipotecas, sin futuros ni garantías, sin doble moral, sin cursilería. Esto no es amor… pero cómo se le parece.
Esto que tenemos, la descripción, el respeto, la confianza, la admiración, la esperanza, te lo digo de una vez, no es amor. Por eso sé que tengo que cortejarte en el presente, en el hoy por hoy, consciente de que soy un inconsciente cuando me pierdo entre tus piernas abismo, cuando navego por la piel torrente y te vuelvo a decir “mi amor”. Aunque yo sé que esto, esto no es amor… pero cómo se le parece.
Felices Bodas de Madera.
Ulises
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